martes, 13 de marzo de 2018

ALGO PARA RECORDAR


En la vida de un club hay varios momentos que, tras los pasos de los años, son muy recordados. Momentos importantes como la constitución del club, los primeros socios, la inauguración de las instalaciones, su primera tirada social, así como la primera oficial. Y después hay experiencias que, sin esperarlas, quedan marcadas y suponen un punto de inflexión en la historia y futuro de un club.


Este fin de semana, el Club Arqueros de Rubí, pudo vivir uno de esos momentos en sus instalaciones. Algo que se previa como una gran formación de arco compuesto, se convirtió en algo más. Se convirtió en algo más que un seminario. Se convirtió en un ejemplo de lo que debería ser la arquería. En el resultado de lo que todos los arqueros, ya no solo de arco compuesto sino de todas las modalidades, deberían querer llegar a ser. En una lección de que aunque pensemos como club que lo estamos logrando todo, aún nos queda mucho camino por avanzar. Y todo este aprendizaje de la mano de tres ases del tiro con arco, lo que serían Messi o Ronaldo al futbol, pero que en ningún momento dejaron de mostrar humildad. PJ Deloche, Patrizio Hofer y Alberto Blázquez, hace poco más de un mes estaban en el torneo de las Vegas, luchando por ganar el mayor premio económico en una competición. Más de 50.000 dólares. Y, un mes después, durante un fin de semana, se encontraban en Rubí. Trabajando para ayudar en todo lo posible a arqueros de todo el territorio nacional.  Aportando conocimiento. Resolviendo dudas. Haciendo arquería. Y siempre sin perder una sonrisa. A veces no somos conscientes de la suerte que tenemos de poder tener estos arqueros de tanto nivel tan cerca.


Durante este fin de semana los asistentes no solo pudieron aprender los ajustes básicos de un arco compuesto. Se fue un paso más allá. Y esto gracias a estos tres maestros del arco compuesto. Se pudo aprender el ajuste profesional de un arco, tanto de la cuerda como de los diferentes componentes que lo conforman. Secuencias de Tiro. Estrategias psicológicas ante la competición. Cómo actuar ante los diferentes cambios climatológicos. Y un sinfín más de información. Resolviendo cualquier cuestión planteado. Conocimientos de muchos años e información al alcance de muy pocos, pero que durante dos días estuvo al alcance de muchos arqueros. Y siempre sin perder la sonrisa. 

Ese fue un seminario de los que marca un antes y un después entre los asistentes. De esos de los que luego se habla en línea de tiro. De los que al llegar de vuelta al club todos te preguntan que has aprendido. En los que se explica admirados los extensos conocimientos de Patizio Hofer. La técnica depurada de PJ Deloche. Las ganas de trabajo de Alberto Blázquez por querer hacer el cambio posible. Y, sobre todo, que después de dos días de intenso trabajo, siempre nunca pierden la sonrisa. 

Y no solo se aprende como arquero, se aprende como persona, se aprende como club. Como se hacen las cosas en otros lugares. Se aprende cual debería de ser el camino correcto a seguir. Se aprende a que hay muchas cosas que cambiar, pero como decía Goethe, Saber no es suficiente; tenemos que aplicarlo. Tener voluntad no es suficiente; tenemos que implementarla.

Como resumen del fin de semana, dos reflexiones. La primera, es que algo tiene que cambiar, como clubs tenemos que cambiar. Escuchar. Aprender. Mejorar día tras día. Si queremos que la arquería sea más grande en el futuro algo tiene que cambiar. Tenemos que conseguir que los jóvenes arqueros tengan que dejar de mirar a competiciones del extranjero, como las Vegas o Nimes, y que en su propia tierra puedan sentirse orgullosos de sus competiciones. Que desde fuera se mire a nuestra tierra y sean ellos lo que quieran venir a nuestras competiciones. La segunda reflexión, es que deberíamos de ser conscientes de la suerte que tenemos. Es raro que en un deporte se pueda disfrutar de la cercanía de deportistas de primer nivel, que te hablan de tú a tú sin sentirse importantes. Sin sentirse diferentes. Y tenemos que aprovechar esto para seguir mejorando. No vaya a ser que un día lo perdamos y nos arrepintamos de lo que podría haber sido. Y entonces seremos nosotros los que perdamos la sonrisa.

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